miércoles, 1 de mayo de 2013

inocuidad alimentaria

inocuidad alimentaria

Las enfermedades transmitidas por los alimentos suponen una importante carga para la salud. Millones de personas enferman y muchas mueren por consumir alimentos insalubres. Los Estados Miembros, seriamente preocupados, adoptaron en el año 2000 una resolución en la cual se reconoce el papel fundamental de la inocuidad alimentaria para la salud pública.
La inocuidad de los alimentos engloba acciones encaminadas a garantizar la máxima seguridad posible de los alimentos. Las políticas y actividades que persiguen dicho fin deberán de abarcar toda la cadena alimenticia, desde la producción al consumo.

Para aumentar la disponibilidad de alimentos que permitan cubrir las necesidades de la creciente población mundial habrá que explotar toda una serie de medios como la intensificación de la agricultura y la ganadería (sistemas productivistas) y mejorar la eficiencia de los sistemas de manipulación, elaboración y distribución de los alimentos. Parte importante para intensificar la producción será la introducción de tecnologías contemporáneas, incluida la aplicación adecuada de la biotecnología, sin embargo, algunas de estas prácticas y técnicas pueden también plantear problemas potenciales para la inocuidad de los alimentos y la calidad nutricional, y exigen una atención especial con el objetivo de asegurar la protección de los consumidores.
Por otro lado, la rápida urbanización de las ciudades ha traído como consecuencia una excesiva demanda de servicios, lo que ha dado lugar a que los suministros de agua potable, la eliminación de residuos y otros servicios de primera necesidad sean insuficientes. Esta situación complica aún más los sistemas de distribución de alimentos, al haber aumentado considerablemente las cantidades de alimentos que hay que transportar desde el campo a las zonas urbanas, en un entorno que no se presta a la higiene y sanidad. Otro fenómeno que se observa con el crecimiento de las ciudades, es la proliferación de puestos de venta de alimentos en la vía pública. Las repercusiones económicas y nutricionales de la venta callejera de alimentos plantean una problemática particular para los gobiernos. Los alimentos callejeros limpios y nutritivos no son el común denominador de este tipo de suministros, por el contrario, la mala calidad y la falta de seguridad en el origen y la preparación de esos alimentos pueden tener efectos negativos sobre la salud de la población.
Algo que deben tener presentes los gobiernos es que los pobres consumirán "cualquier cosa" para mitigar su hambre. Esto puede ser verdad o no. Por una parte, la supervivencia puede depender, sobre todo, del acceso a una cantidad mínima de alimentos; por la otra, el consumo de alimentos que no cumplen con las normas mínimas de inocuidad puede también poner en peligro dicha supervivencia.
México, al igual que muchos países en la actualidad, cuentan con normas nacionales completas en materia de calidad e inocuidad alimentaria. Sin embargo, los beneficios de la implementación de normas completas de calidad e inocuidad de los alimentos, en algunos países no parece ser rentable, especialmente si los costos implícitos en ello han de ser pagados por los pobres. Tratando de mediar este problema, algunos países en vías de desarrollo (caso México), con ayuda técnica de la FAO, han adoptado y aplicado normas nacionales completas sobre calidad e inocuidad de los alimentos basadas en las normas, directrices y códigos de prácticas internacionales recomendados, de la Comisión del Codex Alimentarius.
La esencia de todas las leyes nacionales de alimentación, en todos los países, se basa en que: "Cualquier persona que venda en perjuicio del comprador un producto alimenticio que no corresponda con el tipo, o con la sustancia, o con la calidad del alimento pedido por el comprador, será culpable de delito". Los gobiernos con este tipo de leyes buscan proteger a sus pobladores contra alimentos nocivos y adulterados. Esto se consigue con medidas apropiadas de control de los alimentos basadas en normas alimentarias bien definidas que comprendan la calidad e inocuidad de los alimentos y su presentación sin engaño al consumidor. México, no escapa a este fenómeno y ha adoptado la Norma Oficial Mexicana (NOM) que contribuirá considerablemente a satisfacer las exigencias de la seguridad alimentaria y los compromisos asumidos en la CMA.

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