La nutricón en el lactante es muy importante ya que en esta etapa es donde se empiezan a desarrollar y para eso deben nutrirse bien.
Una dieta equilibrada es la
que aporta energía de proteínas en un 10-15%, de hidratos de carbono en un
50-58%, y de grasas en un 30-35%. El aporte calórico debe ser adecuado para
mantener el peso normal, para evitar tanto la malnutrición como la obesidad.
Pasados seis meses, deben
introducirse alimentos complementarios adecuados y seguros, combinados con la
lactancia materna hasta que transcurran dos años o más.
Una alimentación inadecuada
puede favorecer los factores de riesgo de mala salud. Entre los efectos a largo
plazo pueden incluirse el bajo rendimiento escolar, la disminución de la
productividad, alteraciones del desarrollo intelectual y social o enfermedades
crónicas.
Introducción de los nuevos
alimentos uno por uno.
Los cereales. Se
introducirán alrededor de los 5-6 meses y nunca antes de los cuatro. Primero
serán sin gluten para evitar sensibilizaciones e intolerancias a esta proteína.
A partir de los 7-8 meses se puede dar mezcla de cereales con gluten. A menudo
es el primer elemento distinto de la leche que se introduce en la dieta de los
lactantes.
Los cereales contribuyen al
aporte energético, son fuente de proteínas, minerales, vitaminas (tiamina
especialmente), ácidos grasos esenciales e hidratos de carbono de absorción
lenta, por lo que permite espaciar más las tomas.
Las frutas. Se empezará a
partir de los 5 meses con zumo de frutas, y más adelante con una papilla de
frutas por su aporte vitamínico, nunca sustituyendo a una toma de leche, sino
complementándola. Se deben emplear frutas variadas (naranja, manzana, pera,
uva, ciruela), para contribuir a educar el gusto, y es preferible evitar las
más alergénicas.
Las verduras y patatas. Se
irán introduciendo a partir de los 6 meses por su aporte de sales
minerales.
Carnes. Preferiblemente las
menos grasas, empezando por el pollo y nunca antes de los seis meses, en una
cantidad de 10-15 gramos por día y aumentando 10-15 gramos por mes, hasta un
máximo de 40-50 gramos, mezclada y batida la carne con patata y verduras.
Pescados. Nunca comenzar
antes de los nueve meses debido a su mayor capacidad de provocar alergia, y si
el bebé tiene antecedentes familiares de alergia, incluso hasta pasado el año
de edad. A partir de esta edad, el pescado puede sustituir algunas tomas de la
carne. Es conveniente empezar por pescados blancos como merluza, lenguado,
rape, gallo, siendo extremadamente cuidadosos con las espinas.
Huevos. Nunca crudos. Se
introducirá primero la yema cocida sobre el noveno mes añadida al puré de medio
día, para tomar el huevo entero (con la clara) hacia los doce meses. Puede
sustituir a la carne. La frecuencia de consumo recomendada es de 2-3 unidades
por semana.
Legumbres. Añadidas al puré
de verduras a partir de los 18 meses. Si se mezclan con arroz u otros cereales,
sustituyen a la carne, y se pueden tomar así hasta dos veces por semana.
Yogures. A partir del octavo
mes; natural, sin azucarar como complemento de la merienda, sólo o mezclado con
la papilla de frutas.
Azúcares refinados, miel y
otros dulces. No es recomendable el consumo de azúcar, pues la dieta del bebé
tiene un aporte adecuado de hidratos de carbono.
Agua. Mientras el lactante
recibe sólo leche materna o fórmula adaptada no requiere líquidos adicionales,
salvo en situaciones extremas de calor o pérdidas aumentadas de líquidos
(fiebre, diarrea). Por el contrario, ya que la alimentación complementaria
supone una mayor carga renal de solutos, no basta con los líquidos aportados
por la leche y otros alimentos, y se debe ofrecer al niño agua con frecuencia.
La leche de vaca. Nunca se
introducirá antes del año, y cuando se incluya en la dieta deberá ser entera,
por su aporte de vitaminas liposolubles (solubles en grasa) y grasas.
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